Si nos dejamos llevar exclusivamente
por nuestras expectativas, estamos propensos a tener más desilusiones que
alegrías.
Esto va en
desmedro de nosotros mismos. Ya que al tener ideas un tanto rígidas sobre cómo
deberían ser las personas o las situaciones, se nos escapan de las manos un
sinfín de posibilidades:
. Permitir que todo tome su propio
rumbo, sin interferir ni controlar, para darnos cuenta de qué es lo más natural
que sucede y ahí tomar decisiones
. Dejarnos sorprender por lo que los
acontecimientos nos deparan
.Aprender a utilizar recursos
internos que ni sabíamos que teníamos, al producirse resultados diferentes o
contrarios a los que deseábamos
.Descubrir seres increíbles, con
defectos pero también con hermosas virtudes
E incluso,
¡Obtener más de lo que esperábamos!
Ya que empecinarse en algo fijo
puede producir que no veamos o desechemos oportunidades que podrían llevarnos a
otro lugar, diferente al imaginado, pero también muy positivo.
Las personas y los acontecimientos
son dinámicos.
Entendamos nuestras expectativas,
pero no dejemos que gobiernen nuestros pasos y nuestras metas con rigurosidad.
Algunas veces obtendremos
exactamente aquello a lo que aspiramos y otras no. Pero esto no significa,
necesariamente, una desventaja, si estamos abiertos y receptivos.
¡Deja que la vida te sorprenda
gratamente!
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