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sábado, 31 de octubre de 2009

La naturaleza de las cosas



Es inmenso el esplendor de la persona que llega a conocer todo lo que ocurre dentro de sí, porque siendo consciente, todo lo falso desaparece y todo lo real se alimenta. El cambio debe surgir del núcleo más íntimo, no de la periferia. Toda la agitación está en la periferia; en lo profundo no hay agitación. Eres como el mar, toda esa agitación, todas las olas chocando entre sí, sólo están en la superficie. Pero a medida que profundices, cuanto más profundo vayas, más calma encontrarás. En el fondo del mar no hay agitación, ni siquiera una ola.

El estado de no-mente es el estado de lo divino. Dios no es un pensamiento sino la experiencia de la ausencia de pensamientos. No es un contenido mental; es la explosión que se produce cuando la mente carece de contenidos. No es un objeto que puedas ver; es la misma capacidad de ver. No es lo visto, sino quien ve. No es como las nubes que se juntan en el cielo, sino como un cielo sin nubes. Es ese cielo vacío. Cuando la conciencia no se proyecta en ningún objeto, cuando no hay nada que ver, nada que pensar, y sólo hay vacío alrededor, entonces uno cae sobre sí mismo. No hay lugar donde ir: uno se relaja en su propia fuente, y esa fuente es Dios.

Para oír lo que no tiene palabras tendrás que abandonar las palabras, porque sólo lo similar puede oír a lo similar, sólo lo similar puede relacionarse con lo similar. Cuando te sientes junto a una flor, no seas una persona, sé una flor. Cuando te sientes junto a un árbol, no seas una persona, sé un árbol. Cuando te bañes en el río, no seas un hombre, sé el río. Entonces recibes miles de señales. Y no se trata de comunicación; es una comunión. La naturaleza habla y habla en miles de lenguas, pero en ningún lenguaje.

Sé verdadero contigo mismo, porque tu propia verdad puede llevarte a la verdad definitiva. La verdad de cualquier otra persona no puede ser la tuya. Tienes una semilla dentro de ti. Sólo florecerás si esa semilla brota y se convierte en árbol, entonces sentirás el éxtasis, la bendición. Pero si sigues a otros, esa semilla seguirá muerta. Y puedes acumular todos los ideales del mundo y tener mucho éxito, pero te sentirás vacío porque nada te puede llenar; sólo la semilla, cuando se convierta en árbol, te llenará. Sólo te sentirás pleno cuando tu verdad haya florecido, nunca antes.

Haz las pequeñas cosas de tu vida con una conciencia relajada. Mientras comas, come totalmente; mastica totalmente, saborea totalmente, huele totalmente. Toca el pan, siente la textura. Huele el pan, huele el sabor. Mastícalo, deja que se disuelva en tu ser y permanece consciente; entonces estás meditando. Y entonces la meditación no está separada de la vida. Cuando la meditación está separada de la vida algo va mal. Se vuelve en contra de la vida. Entonces uno empieza a pensar en ir a un monasterio o a una cueva del Himalaya. Entonces uno quiere escapar de la vida, porque la vida parece distraernos de la meditación. La vida no es una distracción, la vida es una ocasión de meditar.

El corazón tiene razones que la razón no puede comprender. El corazón tiene su propia dimensión de ser, que es completamente oscura para la mente. El corazón es más elevado y más profundo que la mente; está más allá de su alcance. Parece alocado. El amor siempre parece alocado porque no es utilitario. La mente es utilitaria. Lo utiliza todo para algún fin; esto es lo que significa ser utilitario. La mente tiene un propósito y está orientada hacia un fin; lo convierte todo en un medio. Y el amor no puede convertirse en un medio; ése es el problema. El amor mismo es el objetivo.

El único problema que produce la tristeza, la desesperación, la ira, la desesperanza, la ansiedad, la angustia, la desgracia, es que te quieres librar de ellas. Ésa es la única barrera. Tendrás que vivir con ellas. No puedes escapar. Ellas crean las situaciones en las que podemos integrarnos y crecer. Son los desafíos de la vida. Acéptalos. Son bendiciones disfrazadas.

Siente continuamente algo dentro de ti que es igual, pase lo que pase en la periferia. Cuando alguien te insulte, céntrate en el punto donde sólo lo escuchas, sin hacer nada, sin reaccionar; simplemente escucha. Te está insultando. Y después alguien te alaba; simplemente escucha, insulto-alabanza, honor-deshonor, simplemente escucha. Tu periferia se alterará. Obsérvalo, no trates de cambiarlo. Míralo; permanece profundamente centrado, mirando desde allí. Así lograrás un desapego que no es forzado, un desapego espontáneo, natural. Y una vez que percibas ese desapego espontáneo, nada podrá alterarte.

Para el hombre ordinario lo que dicen los demás importa demasiado, porque no tiene nada propio. Lo que piensa de sí mismo es sólo una colección de opiniones de otros. Siempre tiene miedo; no debe comportarse de tal manera que pierda su reputación, su respetabilidad. Siempre tiene miedo de la opinión pública, de lo que dicen los demás, porque lo único que sabe de sí mismo es lo que le dicen los demás. Si lo retiran, lo dejan desnudo. Entonces ya no sabe quién es. No tiene ni una vaga idea de su propio ser; depende de los demás. Pero el hombre que está en meditación no necesita las opiniones de los demás. Se conoce a sí mismo; por eso no importa lo que digan. Aunque todo el mundo diga algo que va en contra de su experiencia, simplemente se reirá. Esa puede ser, como mucho, la única respuesta. Pero no va a dar ningún paso para cambiar la opinión de la gente. ¿Quiénes son ellos? Ni siquiera se conocen a sí mismos y están tratando de ponerle etiquetas. Rechazará las etiquetas. Simplemente dirá: «Soy lo que soy, y así es como voy a ser».

Cuando no hay pasado, cuando no hay futuro, sólo entonces hay paz. El futuro significa aspiraciones, logros, objetivos, ambiciones, deseos. No puedes estar aquí y ahora; siempre estás corriendo tras algo, yendo a alguna parte. Uno tiene que estar totalmente presente al presente; entonces es cuando hay paz. Y de ahí surge la renovación de la vida, porque la vida sólo conoce un tiempo, y ese tiempo es el presente. El pasado está muerto; el futuro sólo es una proyección del pasado muerto. ¿Qué puedes pensar del futuro? Piensas en términos del pasado, ya que es lo que conoces, y lo proyectas, aunque mejorado, por supuesto. Es más hermoso, está decorado; todos los dolores han desaparecido y sólo quedan los placeres, pero siguen siendo el pasado. El pasado no es, el futuro no es, sólo el presente es. Estar en el presente es estar vivo, en el óptimo, y eso es renovación.

El cielo y el infierno no son geográficos, son psicológicos, son tu psicología. El cielo y el infierno no están al final de tu vida, están aquí y ahora. La puerta se abre a cada momento; a cada momento transitas entre el cielo y el infierno. Es algo que ocurre de momento a momento, es inmediato; en un momento puedes pasar del infierno al cielo, del cielo al infierno. El infierno y el cielo están dentro de ti. Las puertas están muy cerca una de otra: con la mano derecha puedes abrir una y con la izquierda puedes abrir la otra. Con un cambio mental, todo tu ser se transforma: del cielo al infierno y del infierno al cielo. Cuando actúas inconscientemente, sin conciencia, estás en un infierno; cuando eres consciente, cuando actúas con plena conciencia, estás en el cielo.

El dolor es natural; tiene que ser comprendido, tiene que ser aceptado. Como tememos el dolor de manera natural, de manera natural tendemos a evitarlo. De ahí que mucha gente haya evitado el corazón y esté colgada en la cabeza, viva en la cabeza. El corazón da dolor, es verdad, pero sólo porque puede dar placer; por eso da dolor. El placer llega a través del dolor; la agonía es la puerta por la que entra el éxtasis. Si uno es consciente de él, acepta el dolor como una bendición. Entonces, de repente, la cualidad del dolor empieza a cambiar inmediatamente. Ya no eres su antagonista, y como ya no eres su antagonista, ya no es dolor; es un amigo. Es un fuego que te va a limpiar. Es una transmutación, un proceso en el que lo viejo se irá y lo nuevo llegará, en el que la mente desaparecerá y el corazón funcionará en su totalidad. Entonces la vida es una bendición.

Cuando es por la mañana, es por la mañana. Cuando es por la tarde, es por la tarde. No se puede elegir. Abandona la elección y te sentirás libre en todas partes: la libertad sólo puede hallarse en la ausencia de elección. Así, cuando eres joven, es muy hermoso, cuando eres anciano, es muy hermoso; cuando te estás muriendo, es muy hermoso; porque nunca estás separado de la totalidad, eres una ola del océano. La ola del océano puede pensar en sí misma como en un individuo; entonces vienen los problemas. La ola del mar nunca piensa que está separada; por eso, le le lleve donde le lleve el océano, ella se deja llevar alegremente, bailando; está muy dispuesta a seguir esa dirección.

Te has dado cuenta alguna vez de que el presente siempre es jugoso, el presente siempre es dichoso. La preocupación y el sufrimiento están creados por lo que quisiste hacer en el pasado y no pudiste, o por lo que quieres hacer en el futuro y no sabes si podrás. ¿Te has dado cuenta alguna vez? ¿Has visto esta pequeña verdad de que en el presente no hay sufrimiento ni preocupación?. Ésta es la razón por la que el presente no altera la mente; es la ansiedad la que altera la mente. En el presente no hay sufrimiento. El presente no sabe de sufrimientos, el presente es un momento tan breve que el sufrimiento no cabe en él. En el presente sólo cabe el cielo, no el infierno. ¡El infierno es demasiado grande!. El presente sólo puede ser en paz, sólo puede ser felicidad.

El pensador crea con sus pensamientos; ésta es una de las verdades fundamentales que tienes que entender. Todo lo que experimentas es creación tuya. Primero lo creas, después lo experimentas y después te quedas atrapado en la experiencia, porque no sabes que la fuente de todo está en ti.

Cuando deseas algo, tu alegría depende de ese algo. Si te lo quitan, te sientes desgraciado; si te lo dan, te sientes feliz, pero sólo momentáneamente. Esto también tiene que entenderse. Cuando se realiza tu deseo, sólo sientes una alegría momentánea. Es pasajera, porque una vez que tienes ese algo, la mente empieza a desear más, a desear otras cosas. La mente existe en el deseo; por eso nunca puede dejarte sin deseos. Si te quedas sin deseos, la mente muere instantáneamente. Éste es el gran secreto de la meditación.

Desgracia sólo significa que las cosas no encajan con tus deseos; y las cosas nunca encajan con tus deseos, no pueden hacerlo. Las cosas simplemente siguen su naturaleza. El hombre sabio es el que se relaja con la naturaleza de las cosas; él sigue la naturaleza de las cosas. Y cuando sigues la naturaleza de las cosas, no lanzas ninguna sombra. No hay desgracia. Entonces, incluso la tristeza es luminosa, incluso la tristeza tiene su belleza. No es que la tristeza no se vaya a presentar; se presentará, pero no será tu enemiga. Serás amigo suyo porque verás su necesidad. Podrás ver su gracia, podrás ver por qué está ahí y por qué es necesaria.

Osho

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